Resumen de un viaje


Se acabó el viaje por parte de las Tierras Bajas de Suramérica. Casi ocho meses de intensa convivencia compartida a través de este blog. Gracias a Paco Gómez Nadal y el equipo Otramérica por las palabras que nos dedicaron en el rincón que reprodujo nuestras entradas: El blog de la ruta. Donde pone Pedro se hace extensible a Rubén, la mitad indivisible de este viaje.

P1120264

Por Paco Gómez Nadal

Viajes como el emprendido por Pedro González del Campo suelen comenzar con una desazón. Esa sensación de que anclado en el predio de tu propia vida, hay demasiadas cosas que se escapan de tu comprensión. Así ha sido siempre.

El sentimiento de incomodidad provoca un movimiento. Un atisbo de juicio, le diría el comerciante Melchione Baldi al protagonista de El viaje de Baldassare, escrito por Amin Maalouf. “Nunca he sido bastante juicioso como para partir”, se queja Baldi y Baldassare le replica: “Lo bastante loco, querrá decir vuestra merced”. “No, he dicho lo bastante juicioso. Entre los ingredientes que componen la verdadera sensatez, olvidamos a menudo un destello de locura”.

La Ruta de Pedro es razonable, aunque peque de irracional. Los griegos tenían clara esta distinción entre racional y razonable. Lo primero, cálculo mental lógico que mide los riesgos y toma siempre el camino más prudente. Lo segundo, aquel razonamiento que, aunque pueda parecer aventurado, busca lo mejor para quien lo produce. Es decir, que lo razonable, a veces, puede ser abandonar por un tiempo comodidad, clima controlado, amor y ducha caliente y embarcarse en un viaje que no tiene por objeto ver no más, comprender, o tratar de comprender este mundo y sus gentes.

En el siglo XVI o XVII, incluso en el XIX parecía razonable esta actitud. Numerosos viajeros pavimentaron con sus huellas los caminos por el sólo hecho de conocer, de comprender, de tratar de retratar su tiempo histórico. Eran minoría y eran héroes en tiempos en que viajar era privilegio o condena, pero no costumbre.

En Santo Antonio do Guaporé

Hoy viajar se ha vulgarizado. El todo incluido, el low cost, los cruceros en oferta… la democratización del viaje y de la cámara de fotos ha hecho del viaje un paréntesis retratado, un ir para simplemente volver, casi ninguna afectación, casi ninguna consecuencia. Como diría Bauman: «Los turistas viajan porque quieren; los vagabundos porque no tienen otra elección soportable». Pero hay un tercer tipo de movilidad, la imprescindible. De esa hablamos hoy.

El relato que ha construido Pedro González del Campo por las Tierras Bajas de Suramérica es, pues, un viaje en su sentido más clásico. Interior, porque lo ha hecho desde dentro, sin el asidero del temor o el entusiasmo colectivo; de comprensión, porque no ha querido viajar a la postal sino a la vida misma, trabajando con sus habitantes, sudando, compartiendo con ellos, abrazándose a ellos; de sorpresa, porque se ha permitido conmoverse ante la excepción y así ha quitado el manto de vulgaridad que los canales de televisión de viajes han tendido sobre culturas diferentes y lugares remotos.

La Ruta de Pedro se ha visto interrumpida por la burocracia y la no globalización de esas fronteras tan permeables al dinero y tan sólidas cuando los humanos pretendemos traspasarlas. Pero la Ruta de Pedro no ha terminado, porque es una ruta vital. No ha viajado para contarlo, aunque lo haya contado. Ha viajado para vivir (lo)… y escribir lo vivido es una forma de darle su lugar a cada instante del tiempo.

Aquí tienen el acceso directo a las 19 crónicas que nos ha regalado desde que arrancara en Paraguay en los primeros días de mayo, hasta la última nota publicada hoy mismo y que relata el fin de viaje en Bolivia. Disfrútenlas lentito porque así se viaja, sin prisa y con los sentimientos bien abiertos. Gracias Pedro; gracias agüita de la vida.

La propiedad de la tierra

Paraguay menonita: la productividad por encima de todo

El futuro del río Paraguay: la hidrovía de la soja

Esperando en la Zona Roja

90 hora, 4 peces y el tranquilo espectáculo del río Paraguay

El Chaco se agota y se agota su gente

Cuando la única salida es el Alquidabán

Puerto Casado: del tanino a la Secta Moon. Historia de una lucha por la dignidad

Carmelo Peralta, la influencia brasileña y el Pueblo Ayoreo

El negocio de contaminar

Bahía Negra. La cultura Yshir y las Kuña Guapa

 La carretera que parte Bolivia en dos pasa por el TIPNIS

Y decidimos agarrar el remo

Río de vida, tierra de muerte

(Con) viviendo en la ribera del Iténez

Las necesarias Tierras Comunitarias de Origen

¡Viva Versalles! (y que cunda el ejemplo)

El quilombo rebelde y la defensa de la alimentación amazónica

Epitafio: Con “Europa” hemos topado… en Brasil

Publicado en Afroamericanos, Agricultura, Ayoreo, Bolivia, Bonos de carbono, Brasil, Comunidades, Cuaderno de a bordo, Explotación laboral, Expropiación de tierras, Ganadería, Infraestructuras, No contactados, Paraguay, Río Guaporé, Río Iténez, Río Mamoré, Río Paraguay, Transporte fluvial, Turismo de pesca | Etiquetado , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | 4 comentarios

Epitafio: Con «Europa» hemos topado… en Brasil


Se acaba/aplaza un viaje con todos los objetivos cumplidos menos uno: el geográfico. Nuestra llegada a Gauayaramerín, lo que debía ser el final de la parte boliviana del viaje, significa un muro infranqueable. Llegamos al curso bajo del río Mamoré y lo hacemos a bordo del «Rubencito», la chata de Don Alcides Pinto. Un comerciante boliviano de 79 años que accede a llevarnos hasta Guayaramerín, mientras le ayudamos a llevar el timón y a cargar la embarcación con productos frescos del río para venderlos allá.

Don Alcides Pinto

La presencia de comerciantes en el Río Mamoré e Iténez es la última pieza del eslabón de la economía ribereña. Algunos comerciantes son muy cuestionados en estos ríos por la compra de productos a precios ridículos con grandes beneficios. En este caso Don Alcides nos demostró que el precio lo pone el productor en las pequeñas reuniones a bordo del Rubencito. Paramos en comunidades de ambas orillas y en chacos de gente de la cercana Guayaramerín, que se desplazaron al campo para sembrar choclo (maíz), banana, papaya, frijol, palta (aguacate), sandías y otras frutas y hortalizas.

Frutas y hortalizas del Mamoré

Cuatro días de navegación y diez de venta y convivencia con Don Alcides. Una persona con una energía arrolladora, que se convirtió en otro de nuestros referentes en esta ruta, con una forma envidiable de afrontar la vida y el día a día. Vitalidad por los cuatro costados, ganas de aprender con casi ochenta años, un ejemplar saber disculparse por cuestiones de carácter inevitables a ciertas edades, con sueños aún por cumplir que va generando día a día. Horas de navegación, de trabajo, de conversaciones, curiosidades y risas. Un hombre al que le rendimos homenaje en nuestro último escrito.

Manejando el timón de la chata "Rubencito"

Transporte por el Mamoré

Don Alcides navegando el Mamoré

Con «Europa» hemos topado 

Nuestra llegada a Gauayaramerín, lo que debía ser el final de la parte boliviana del viaje, significa un muro infranqueable. Con Brasil hemos topado, que haciendo alarde de copiar el modelo europeo no nos permite el paso a su territorio. Entendemos el significado de protesta que tiene esta política aduanera recíproca para con los demás países, pero nos deja pensativos acerca de la deriva que el enorme país sudamericano está tomando, aderezada con los apelativos siempre favorables hacia él en los medios de comunicación sobre su «milagro económico».

"Rubencito". La chata de Don Alcides Pinto en el Río Mamoré

Cada vez que pisamos territorio brasileño desde nuestro comienzo en Paraguay, podíamos ver con simplemente comparar las orillas de ambas márgenes que entrábamos en un lugar con una política desarrollista basada en la devastación de su territorio a nivel de recursos naturales, donde el incumplimiento de los derechos humanos en temas relacionados con pueblos indígenas y campesinos sin tierra está a la orden del día, quedando ridiculizados todos frente a intereses nacionales, empresariales y personales de grandes terratenientes dedicados a la ganadería extensiva y los monocultivos de soja principalmente.

P1150682

Este afán productivo y este crecimiento «milagroso» incide en la sociedad sudamericana de tal forma que se siente en Brasil un aislamiento del continente en el que se encuentran, mirando hacia sus vecinos como instrumentos de su propio desarrollo, con políticas migratorias para con ellos parecidas a las estadounidenses o europeas, y que impone a través de juegos de poder económico sus criterios en materia energética, de infraestructuras y hasta de política interna, como está ocurriendo con el problema de la carretera del TIPNIS en Bolivia, proyecto promovido y parcialmente financiado por el interés de Brasil. Por supuesto nada que ver la política nacional con el recibimiento de la gente a lo largo de los ríos recorridos.

Nuestros pasos se detienen en Guajará-mirim, Brasil. La ruta se interrumpe por la negación de nuestro visado y no decidimos trazar una nueva hacia el Caribe porque el tiempo pasa a ser un factor limitante el cual no manejamos como hasta ahora. Por motivos laborales nos trasladamos a otro lugar a trabajar próximamente y tenemos fecha de vuelta. Lo más importante en el desarrollo de estos siete meses fue la no limitación en cuanto al tiempo, lo que nos permitió tomar decisiones de avanzar o parar en base a otros factores como el conocimiento, la amistad o la posibilidad de compartir nuevas experiencias con la gente que nos salió en el camino.

Gracias

En un viaje como este hay mucho que agradecer, desde la distancia o la presencia. Gracias a Román Morales, inspirador de la ruta, por su apoyo en este tiempo desde Canarias, pendiente siempre de nuestras coordenadas y dispuesto a brindar ayuda para cualquier cosa que pudiera surgir. A Human Rights Everywhere y Otramérica por dar cobertura a la ruta y gran difusión, que es lo que se pretendió desde el inicio cuando se pensó Tierras Bajas. Y a toda la gente que nos hemos encontrado en el camino, que nos han abierto las puertas de sus vidas y nos han brindado su amistad desinteresada, haciéndonos partícipes de sus vidas, de sus preocupaciones y sus alegrías. GRACIAS.

Buena frase para una despedida

Publicado en Brasil, Ganadería, Río Mamoré, Transporte fluvial | Etiquetado , , , | 6 comentarios

El quilombo rebelde y la defensa de la alimentación amazónica


El último tramo del río Iténez nos muestra dos nuevas formas de vivir en la amazonia sur unidas por dos elementos básicos en la alimentación ribereña. La de un quilombo aún en lucha por sus tierras que vive de la venta de farinha hecha de forma tradicional.  Y la de los trabajadores-cuidadores del proyecto de conservación de la tartaruga amazónica, la principal fuente de proteínas en esta época para los habitantes del río. 

Nuestra llegada a Santo Antonio, en las orillas del Guaporé (del lado brasileño), la hicimos escapando de la embestida de una tormenta, que unida al humo del incendio que asola la controvertida Reserva Biológica del Guaporé, tiene un aspecto acobardador para cualquier navegante.

Santo Antonio, el quilombo brasileño más pequeño en el que hemos estado, tiene una historia de resistencia y un presente de perseverancia por conseguir la titulación de la totalidad de su territorio comunitario, que fue expropiado por la creación de la Reserva Biológica do Guaporé en 1982. Josep Iborra Plans, de la Comissão Pastoral da Terra (CPT), una de las caras más activas de la Comisión, quienes hacen un tremendo trabajo de control de los derechos humanos en el estado de Rondonia, escribe acerca de Santo Antonio y su historia para situarnos en dónde nos encontramos:

[…] El problema territorial de la localidad ribereña (Santo Antonio) se arrastra desde 1982, cuando en Rondonia, en la frontera con Bolivia, fue creada la Reserva Biológica do Guaporé, ocupando los territorios de la comunidad de Limoeiro, en el Río San Miguel, y de la comunidad de Bacabalzinho y Santo Antonio, en el Río Guaporé. Después de que la reserva biológica comenzó a ser implementada, en 1986, los agentes ambientales del antigua STF se comenzaron a presentar, armados, para desalojar a las familias que vivían en el interior de la reserva. Solamente las familias de Santo Antonio do Guaporé conseguirán resistir y permanecer en la zona. […]

La comunidad estaba en situación precaria, en territorio registrado como de propiedad del Ibama (Instituto Brasileiro do Meio Ambiente e dos Recursos Naturais Renováveis) y dentro de una Reserva Biológica, o como dicen, una Unidad de Conservación de Protección Ambiental Integral (REBIO), siendo que en este tipo de unidades de conservación está prohibida cualquier actividad humana, a excepción de investigaciones y estudios. […]

Esto significó un problema para la comunidad, que fue viendo todos sus derechos y su supervivencia amenazada por la Reserva, tanto que el Ibama, responsable de la unidad, pasó a considerar a los moradores de Santo Antonio como invasores de la misma, dentro de la propia comunidad donde nacieron y criaron a sus familias.

La vida de los habitantes de Santo Antonio estuvo sujeta al buen entender o a las arbitrariedades del jefe de la unidad de conservación que toleraba la existencia de la comunidad y restringía poco a poco todas las actividades, pues legalmente «no se podrían ni criar gallinas dentro de la unidad». Ni que decir de las actividades agrícolas, la caza y la pesca que se vieron completamente restringidas, siendo obligados los habitantes a vivir y trabajar en la clandestinidad«.

La situación legal de la comunidad solamente comenzó a cambiar después de superar la nueva amenaza de desalojo de la Rebio do Guaporé, en 2003, y conseguir el reconocimiento por la Fundação Palmares como comunidad quilombola, con el Certificado de Autorreconocimiento Étnico del 16 de abril de 2004. Santo Antonio fue la primera comunidad quilombola reconocida en Rondonia. […] Hoy son siete las comunidades quilombolas reconocidas en la región:  Forte Príncipe da Beira, Santa Fé, Comunidade de Jesus, en el Río São Miguel, Santo Antônio, Pedras Negras, Rolim de Moura do Guaporé y Laranjeiras. […]

Ya en 2011 se falló en el caso a favor de titular parte de las tierras a Santo Antonio, con el caso aún abierto de recuperación de los terrenos de uso tradicional de la comunidadLa demarcación del territorio de la comunidad quedó paralizada durante años entre la propuesta del INCRA (Instituto Nacional de Colonização e Reforma Agrária), que defendía el derecho a 41.600 ha y la propuesta del ICMBIO (Instituto Chico Mendes de Conservação da Biodiversidade) de apenas 3.495 ha.

El MPF (Ministerio Público Federal) defendió la inmediata titulación del área de 3.495 ha (sin perjuicio del resultado final de la controversia sobre el total del territorio) y el derecho de participación de la comunidad en las sesiones de arbitraje que debate el territorio de la comunidad.

Hoy en día En Santo Antonio encontramos una comunidad humilde y trabajadora, que puede salir a pescar tranquilamente en su territorio, y que -como nos muestra Don Armando- pueden cultivar variedades de mandioca en terrenos de cultivo propios que les sirven para dar vida a la Casa da Farinha (la farinha es el acompañamiento de casi cualquier comida en esta parte de la amazonia).

Aquí se produce una de las farinhas más preciadas de todo el río, ya que está hecha con el método tradicional. Método que lleva más de 6 horas de torrada manual para un saco de 30 kilos, más los dos días de fermentación de la misma sumergida en el río, un día de prensado y su tamizado para quitar impurezas. Un trabajo del que fuimos testigos y que culmina en la torrada de la farinha a las 3 de la mañana, trabajo que se demora hasta las 12 del mediodía para completar un saco.

Conservación de una indispensable

Con la amabilidad propia de las comunidades quilombolas que experimentamos en la orilla brasilera nos metimos de nuevo al río, y a los pocos días antes de llegar a Costa Marques (nuestro destino final a remo) nos encontramos con los simpatiquísimos trabajadores del proyecto de conservación de la Tartaruga (Podocnemis expansa) en el Río Iténez.

La playa de tartaruguinha es el lugar elegido por más de 15.000 tartarugas para criar este año 2012. Llegamos justo a tiempo para colaborar en el trabajo de los vigilantes (bolivianos y brasileños) y que son todos moradores de la TCO Itonama o de los quilombos cercanos. Su trabajo consiste principalmente en estar atentos a los posibles furtivos que quieren aprovechar esta época de desove, en la que las tartarugas salen a solearse para madurar antes los huevos de su interior, para hacer negocio en poblaciones cercanas como Costa Marques con gran demanda comercial. Y en estar presentes en las últimas horas del desove diario para ayudar a aquellas tartarugas que, exhaustas, tratan de volver al agua tras poner unos 130 huevos de media de los que apenas una mínima cantidad llegarán a adultos.

La razón fundamental por la cual está considerada en peligro de extinción, al igual que muchas otras especies de vertebrados de la Amazonia, se atribuye principalmente a la caza comercial, que en algunos lugares se efectuaban desde la época de la conquista. Según la lista mundial más reciente de especies de vertebrados amenazados de la UICN (Groombridge, 1993), P. expansa se encuentra clasificada en situación de peligro de extinción. (Biología y manejo de la tortuga Podocnemis expansa, 1997).

La tartaruga es para los moradores de estos ríos, comunidades y quilombos (que viven en incomunicación por tierra y en gran sintonía con su medio), una de las principales fuentes de proteínas durante la época seca. Es por esto que playas como la de Tartaruguiña, son vitales para la supervivencia de los habitantes del río y para el equilibrio natural del mismo.

La presencia de estos animales en el río tiene una importancia para sus moradores (humanos y no humanos) como la presencia de peces en los mares. Son el sustento alimenticio de miles de familias en una amplia época del año, ejercen un trabajo de dispersión de semillas fundamental para diferentes especies vegetales y sirven de alimento para muchísimas especies de aves, peces, mamíferos y reptiles. Una posible extinción o merma considerable de estos animales supondría un desequilibrio inmediato. Así, por ejemplo, se vería un aumento de la caza de otras especies terrestres o no, que en este periodo tienen su momento reproductivo y que gracias a la presencia de la tartaruga como alimento principal no se ven tan presionadas y que garantizan el alimento en otras épocas.

Encontramos una sociedad ribereña (rural) con una mayoría de gente consciente de los lugares buenos para su captura, y de dónde conviene no adentrarse para que puedan reproducirse y asegurarse el recurso en el futuro, aunque no siempre depende de ellos la conservación de su medio.

Fin de etapa

La experiencia de movimiento autónomo en el río nos deja con la sensación de haber alcanzado un acercamiento más personal a las comunidades, y con la alegría de haber podido realizar un sueño que se planteó desde que el momento en el que tocamos el río Paraguay.

Llegamos a Costa Marques. Fin de etapa a remo y donde pasamos varios días antes de intentar bajar hasta Guayaramerín por el río Iténez y el bajo Mamoré.

Cuaderno de a bordo

Martes 2 de octubre. Día 41

-Después de unas dos horas comienza a verse cerca el humo del incendio que hay en la Reserva y a formarse una tormenta. Protegemos nuestras cosas en la barca por si llueve y remamos fuerte durante una hora hasta dar con Santo Antonio.

-Montamos la hamaca en la Casa de Farinha, donde queremos ayudar a Bento a torrar mandioca a partir de las 3 de la mañana.

Miércoles 3 de octubre. Día 42

-Pescamos varios tucunarés con Armando y su familia en la bahía por encima de su casa hasta llegar a otra casita escondida.

– Conocemos el chaco de Armando, con grandes extensiones de yuca y banana. Tomamos un café con su hermana, su cuñado y sus dos sobrinos que viven allí. El café es cultivado en casa, igual que las bananas y las toronjas que nos dan de tapeque para el viaje de mañana.

-Llueve fuerte hasta el amanecer, mientras los jóvenes de Santo Antonio torran farinha junto a nosotros.

Martes 9 de octubre. Día 48

-Salimos de madrugada con Vanderlei hacia la playa de Tartaruguiña, donde están Juan Carlos y Ernesto del flotante, Manequinho y Jorginho de Ecovale y cley y su compañero de Playa Alta. Hay unas 700 tortugas poniendo en la playa. Un espectáculo que se prolonga hasta las 9.

Publicado en Afroamericanos, Bolivia, Brasil, Comunidades, Río Guaporé, Río Iténez | Etiquetado , , , , , , , , , , , , , , , | 2 comentarios

¡Viva Versalles! (y que cunda el ejemplo)


Versalles aparece en la orilla boliviana como una comunidad modélica. Son pequeños y quieren seguir siéndolo. Dicen no a una carretera desde Bella Vista que desde hace más de 30 años se empeñan algunos en hacer llegar hasta su territorio. Son conscientes de lo que esto significa para su modo de vida.

 

Dejamos atrás el poblado quilombola de Pedras Negras tras vernos implicados en el rescate de dos embarcaciones que permanecían hundidas en el río desde hacía meses y en la extinción de su posterior incendio, provocado por un fallo en una conexión eléctrica y que hizo cenizas parte de las embarcaciones. Agradecidos todos fuimos agasajados continuamente con invitaciones a tartaruga, torilla de huevos de peta, pescados y un sin fin de platos ribereños que han hecho que definitivamente nos cambie el olor en el cuerpo a algo precido a un anfibio.

Tras remar tres días y una noche de luna llena a través del más hermoso paisaje que nos ofrece el río, en el brazo San Simón, llegamos a Versalles, en la orilla boliviana y donde nos encontraremos con una comunidad unida contra la construcción de una carretera que llegue hasta su territorio, y con una apuesta firme por la conservación y el desarrollo basado en métodos tradicionales de vida y nuevos ingresos procedentes de un turismo al que la comunidad pone las normas de uso.

Al poco de desembarcar en el Versalles, que desde la lejanía del agua parece un lugar donde se ha detenido el tiempo, nos reciben sin quererlo cuatro hombres entre los que está el corregidor, José Vázquez. Con divertida sorpresa ante el medio de transporte en el que nos movemos, nos acompaña y facilita los trámites ante la armada boliviana para conseguir el nuevo zarpe que nos lleve sin problemas hasta nuestro destino final a remo. Con José comenzamos a entender este lugar; y con Alexander (conocido como Cielo, y haciendo honor a su sobrenombre) terminamos de soprendernos.

Varios días hablando con un joven de 20 años, absolutamente consciente acerca de las dificultades hoy en día en una Amazonia continuamente amenazada por intereses madereros, turísticos, ganaderos y especuladores. Aquí solo se puede salir por aire o por agua, pero por tierra ni caminando se atreve nadie ni quieren que esto cambie. Son conscientes de la riqueza que poseen y saben que es un privilegio a pesar de renunciar a muchas cosas que quieren venderles con la carretera. Sentimiento que encontramos en todo el pueblo con cada una de las personas con las que hablamos en estos tres días.

Versalles trae una historia similar al resto de poblaciones del lado Boliviano. Aquí tuvimos la suerte de encontrarnos con Lola Salvatierra, madre de Alexander, líder comunitaria, luchadora por la igualdad de la mujer en una región del mundo donde el machismo es dominante y apasionada acerca de la historia de la región en la que vive; lleva años recopilando la historia de Versalles con los más ancianos del lugar y con otros que están instalados en cercanas reservas indígenas en el Brasil.

Historia y presente de Versalles

Versalles está establecido en territorio indígena actualmente de la TCO Itonama, pero que pertenecía a los que se autodenominan tuparises. Las tinajas que se han encontrado enterradas en el pueblo así lo atestiguan. Estas tinajas tienen pinturas que los tuparises aún usan en celebraciones, como la fiesta de la luna en la que hacen sus rituales para asegurarse la fertilidad. Cerca habitaban los que se conocen como makurapis, que vivían tierra adentro y eran más aguerridos y cazadores. Era con ellos con quienes se daban los problemas limítrofes, llegando a momentos de grandes tensiones e incluso enfrentamientos entre ambas etnias.

Fueron ambos pueblos acosados y despojados de su territorio por siringueiros (caucheros) en varios intentos desde aproximadamente 1886 hasta la guerra del Acre (o del caucho) que finaliza en 1093. En estos 20 años llegaron a unirse dos pueblos tradicionalmente enfrentados. Tuparises y makurapis lucharon contra un enemigo común que vino para cambiarlo todoEn esta guerra Bolivia perdió una importante parte de su territorio amazónico para pasar a manos brasileñas, y miles de indígenas pasaron a ser esclavos de las empresas caucheras en el territorio que consideraron suyo sin necesidad de títulos de propiedad durante siglos. En esta parte de Bolivia en concreto fue una sociedad fraco-alemana la que explotó los siringales cercanos.

A Versalles le viene el nombre porque al enviado de la empresa franco-alemana le pareció comparable esta zona, por la riqueza natural y la belleza del río, al palaciego lugar francés. El territorio estaba habitado en varios campamentos. El principal se denominaba «maloca» y era donde se ubicaban los dirigentes de la sociedad explotadora de Versalles. Allí se dedicaban principalmente a la caza, recolección y cultivo de maiz, frijol, yuca y camote para la buena alimentación del alto personal. Mientras, mujeres y niños, hombres y jóvenes eran obligados a trabajar en los campamentos lejanos de los siringales en condiciones de esclavismo.

Desde entonces el pueblo de Versalles fue componiendo una oposición a los nuevos «dueños» del lugar hasta que se desencadenó en 1912 una revuelta, que llevó a la muerte al alemán que era jefe del barracón de siringueiros. Fue sacrificado en la laguna cercana a Versalles y que conserva intacta su naturaleza hoy día. Hace ahora 100 años de esto.

Para 1920 los extranjeros dejaron el control permanente, quedando a vivir en Versalles los hijos de los trabajadores indígenas y no indígenas. La primera escuela fue puesta por los militares en 1937, hasta entonces había acontecido lo mismo que en cualquier lugar del mundo: los que supieron leer y escribir explotaban a los que no lo hacían, gracias a sus contactos en el río y los contratos que conseguían a través de engaños a aquellos que no podían entender lo que ponían en los papeles. Versalles, como muchas comunidades de las riberas de estos ríos, fue una mina de oro para todo aquel que viniese con afán explotador y ganas de engañar a sus habitantes.

La visión en Versalles cambió cuando la gente del lugar tomó las riendas. Para 1945 tenían autoridades electas y en 1964 se declara como cantón. Hoy en día tienen una reunión semanal (cada domingo) en la que todas las personas tienen voz sin diferencia de sexo u ocupación, se habla y se decide acerca de temas tan importantes como la necesidad de explotar los bosques de itaúba cercanos de una manera sostenible (para la construcción y venta de embarcaciones famosas en todo el río), priorizando los árboles muertos en zonas anegadas por el agua; la necesidad de mantener los cultivos para seguir comiendo sano a pesar de recibir ingresos extra por la concesión turística cercana; o el decir no a una carretera que para muchos desde fuera puede significar la garantía de supervivencia en caso de enfermedad o la seguridad de ampliar negocios dentro del pueblo.

Saben que un carretera aquí, además de destrucción y el fin de muchos de sus recursos, puede traer nuevos oportunistas y desunión a un lugar que conserva esa neblina idílica con la que uno puede irse embriagado río abajo haciendo eses… tan contento.

Cuaderno de a bordo

Viernes 28 de septiembre. Día 37

– Los botos nos acompañan todo el día y nos esperan cada vez que paramos. Tenemos la sensación de que son 6 o 7.

– Va cayendo la tarde y decidimos continuar hasta la desembocadura del Río Negro e intentar remontarlo durante la noche, que la luna está llena.

– Mientras cocinamos a bordo, decidimos meternos en lo que puede ser un brazo, una bahía o la conexión con el Río Negro. Cenamos en una playa y retomamos camino.

– Tras un rato observandodecenas de caimanes y muchísimo pescado en la pandura, encallamos y salimos a una zona ancha que parece que vuelve al brazo San Simón.

– Continuamos a bubuia por el cauce principal. Jugamos a cartas y dudamos de si estamos en el San Simón o volvimos al Iténez.

Sábado 29 de septiembre. Día 38

– Despertamos en la canoa después del enconste de anoche en una isla de arena. La luna acaba de ponerse grande y naranja tras la arboleda boliviana. El sol está saliendo poco a poco por una bahía un poco más arriba.

– Vamos remando despacio, desayunando y disfrutando la mañana.

– Hace calor y remamos por un río muy parado ahora mismo. Se nos hace largo el camino hasta el Iténez.

– Desde el Iténez remamos intensamente, aprovechando bien las corrientes durante unas 3 horas hasta llegar a Versalles, un pueblito precioso en la orilla boliviana de un río que ha cambiado desde que lo abandonamos para entrar en el San Simón. Ahora es más ancho.

Publicado en Bolivia, Comunidades, Río Guaporé, Río Iténez | Etiquetado , , , , , , , | 1 Comentario

Las necesarias Tierras Comunitarias de Origen


La Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Itonama comienza en la orilla Boliviana del río. Llegamos a la zona de Mateguá-Matrinchán. Este reconocimiento de tierras es probablemente la mejor forma de conservar el territorio que nos hemos encontrado en el camino. Los lugares mejor conservados que hemos conocido son aquellos titulados a comunidades originarias y tradicionales, extensiones que son de todos y de nadie en concreto, y en donde las prácticas tradicionales de vida otorgan la garantía de conservación y la supervivencia de sus habitantes. Durante varios días compartiremos tiempo con la autosuficiencia ribereña llevada a la práctica.

Mateguá se presentó al atardecer como un espejismo que creíamos haber pasado hace horas en alguna equivocación en la navegación. Llegamos al filo de la noche y rápido nos invita Eduard, el profesor, a cenar en su casa. Mientras se cocina la tartaruga (que será la base de nuestra alimentación en estos días) vamos haciendo gestiones para conseguir algunos víveres que nos faltan para continuar. En la búsqueda topamos con la gente que trabaja para la prevención y cura de la malaria. Llegaron hace unos días y están haciendo pruebas a la gente de Mateguá, dando charlas informativas acerca de prevención y cura, fumigando y repartiendo tratamiento médico en un lugar donde apenas viven 100 personas y hay 7 casos de malaria en este momento. El lugar más alarmante en la ribera del Iténez según nos cuentan. Montamos nuestra pequeña carpa debajo del manguero principal junto a la orilla y después de que nos den el resultado negativo de la prueba de la malaria caemos rendidos al sueño.

Es al día siguiente cuando llegamos a Matrinchán, a penas dos kilómetros río abajo, cuando empezamos a conocer bien la vida en esta parte del río. Allí aparece Doña Otilia, la madre de una familia que pasará a ser la nuestra durante los siguientes días. Lalo, el patriarca de la familia, vuelve de rozar su chaco mientras nosotros estamos compartiendo un café y dándole algunos medicamentos a Otilia para calmar el reumatismo que la tiene casi inmovilizada. En seguida ve la oportunidad de compartir la la enorme tartaruga de debajo de su cocina que hace unos pocos días trajeron sus hijos y no duda un momento en pedirnos ayuda para matarla y ponerla al fuego para celebrar la llegada de los visitantes.

Lo que sigue son 10 días de compartir tiempo con una familia que dio todo por dos remeros corajudos con ganas de sentirse parte del río. Como agradecimientro, nuestras manos se pusieron a disposición de quien lo necesitara en Matrinchán. Con Chiqui y Jade -hijos de Lalo y Otilia- estuvimos rozando chaco tres días, fuimos a cosechar coca silvestre durante varias jornadas para paliar el cansancio del campo, cortamos leña para la cocina de Otilia que nunca paraba de echar humo, matamos los petos que poblaban el techo de la casa, desmontamos el techo de la casa de afuera para hacer uno nuevo, vamos a cazar petas y tartarugas, a pescar para el sustento diario y sobre todo conversamos muchas horas cada día, riendo y encontrando el cariño de una gente que supo conectar con nuestras buenas intenciones y a los cuales estamos enormemente agradecidos.

Las TCO y las fuentes de ingresos en la TCO Itonama

Quienes tradicionalmente poblaron estas tierras son los que se vinieron a llamar Itonamas. Algunas de las personas que habitan el entorno del Iténez y los ríos Blanco e Itonamas son descendientes de ellos. Otras son hijos de los trabajadores del caucho venidos de diferentes partes del Beni y Santa Cruz, prácticamente todos de origen indígena y que dejaron su vida trabajando en tierras tradicionalmente Itonama. Hoy son hijos del río que también comparten la titularidad de la TCO con los Itonamas, encontrando así una forma de existir mucho más digna y en consonancia con su entorno en el que han sido criados y de donde no quieren ser desposeídos.

En esta zona se vive principalmente de la castaña amazónica (Bertholletia excelsa). Bolivia es el principal país exportador de castaña y este fruto seco proporciona el sustento económico en toda zona. La castaña genera aproximadamente el 75% de todo el movimiento económico de la zona Norte de Bolivia, con US$ 80 millones anuales y alrededor de 30.000 empleos directos (Fuente. Brasil y la castaña, Ibce, 2009). Durante unos cuatro meses (de enero a abril) los habitantes de toda la región van hacia los castañales que tienen tierra adentro, donde el agua no llega a inundar el monte. Allí, en plena época de lluvias y con unas concentraciones de mosquitos que acobardan a cualquiera, se van formando campamentos donde permanecen semanas. Por parejas, unos van amontonando los durísimos cocos que contienen el fruto, mientras detrás van los quebradores que con un machete y mucha práctica van abriendo de un golpe certero lo que a otros nos llevó unos veinte intentos. Una vez terminada la jornada de recolección, cada uno debe volver al campamento cargando durante varios kilómetros con los sacos recogidos ese día, con su humero para espantar los mosquitos y las herramientas. Duro trabajo gestionado en comunidad, que aporta beneficios a todos sus habitantes en función de lo que cosechen y en forma de regalía a la comunidad por cada saco vendido. Estas semanas de recolección aportan en muchos casos el 100% de ingresos económicos, que da para comprar víveres para el resto del año, ropa y tener algo de dinero para posibles imprevistos. En lo que queda de año el río provee de alimento, así como el monte y los chacos. Una economía de subsistencia que permite, malarias aparte, que el estado general de salud de los habitantes sea envidiable por cualquier urbanita común. En Mateguá y más abajo en Versalles, además han conseguido que se certifique su castaña como ecológica, lo cual hace que la remuneración sea mayor.

Estos pequeños logros en el manejo de la tierra y el beneficio que producen a la comunidad viene dados por la posesión comunitaria de la misma que las TCO proporcionan. Según la Ley Nº 1715 Ley INRA  del artículo 41. 5 dice lo siguiente acerca de las TCO: “Las tierras comunitarias de origen son los espacios geográficos  que constituyen el hábitat de los pueblos y comunidades indígenas y originarias a los cuales han tenido tradicionalmente acceso y donde mantienen y desarrollan sus propias formas de organización económica, social y cultural, de modo que aseguren su sobrevivencia  y desarrollo. Son inalienables, indivisibles, irreversibles, colectivas, compuestas por comunidades o mancomunidades, inembargables e imprescriptibles”.

Para explicar el recorrido de las TCO hasta hoy tomamos las palabras de este artículo de la revista SOGIP:

Desde el inicio de los años noventa, los pueblos autóctonos de Bolivia consiguieron colocar el tema de la territorialidad autóctona en la agenda política nacional, organizando marchas reivindicativas y participando a los debates sobre las políticas agrarias.

Después de la primera marcha de la CIDOB por el « Territorio y Dignidad » (1990), el Estado reconoce nueve territorios por decretos. En 1996, la Ley del Instituto Nacional de Reforma Agraria prevé la dotación de Tierras Comunitarias de Origen (TCO) a los pueblos autóctonos. Esta medida se ha traducido en un extenso movimiento de territorialización étnica. Alrededor del 40% del territorio nacional está bajo régimen de TCO o debería estarlo en breve. […]

En 2006, la Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria dio un impulso importante a las expropiaciones de tierras adquiridas u ocupadas ilegalmente, proceso dentro del cual se dará prioridad a la transferencia a las « comunidades indígenas originarias y campesinas ».

Entre 2006 y 2008, los pueblos autóctonos participan activamente en la Asamblea Constituyente. Gracias a una alianza política con el partido de Evo Morales y varias organizaciones sociales consiguieron instaurar en la nueva Constitución el principio de autonomía territorial para los pueblos autóctonos denominada « autonomía indígena ».[…]

A pesar de estos avances históricos, el derecho a la consulta previa, libre e informada de los pueblos autóctonos constituye un tema de debate entre estos pueblos y el Estado boliviano. Si, por una parte, la Constitución declara que la explotación de los recursos naturales está sujeta a una consulta previa de la población afectada basada en el respeto de las normas y procedimientos locales; por la otra, el gobierno lleva a cabo megaproyectos y proyectos extractivos petroleros o mineros que no consultan o en los que no participan directamente de los pueblos autóctonos.

Cuaderno de a bordo

Domingo 9 de septiembre. Día 18

-Salimos al amanercer y en la primera playa que encontramos observamos a los bufeos cazando en la pandura. Todo un espectáculo matutino.

-De ahí vamos al frente, tras el fuerte sonido de lo que nos lleva pareciendo un tigre varios días aunque nos caben dudas. Nada más desembarcar cesa y aparecen 3 nutrias con la actitud habitual desafiante. No conseguimos nada del supuesto tigre. Más tarde nos enteraremos de que son monos aulladores. Más adelante sacamos huevos de peta desenterrados por los suchas para nuestro mullangué.

-Navegamos y cocinamos en marcha bajo el sol. Entramos en un brazo sobre las 11:00 en la parte boliviana. Está llenísimo de arena, hay rastros de peta caminando hacia sus nidos, huellas y excrementos de tigre, patos, atajacaminos, limícolas y arena. Tanta arena que parece un desierto en medio de la selva, como un «antioasis».

Martes 11 de septiembre. Día 20

-Paramos en una playa y vemos muchas huellas de tigre. Secamos la caseta y continuamos.

-Hay muchos brazos e islas. Llega un momento en el que pensamos que nos hemos pasado Mategua. A eso de las 13:00, con muchísimo calor, paramos en una playita de apenas 10 m2 en una itersección. Un paraíso.

Miércoles 12 de septiembre. Día 21

-Llegamos a Matrinchán, nos recibe Otilia con un café y buen humor. Lalo, su marido está rozando el monte.

-Lalo llega y matamos una tartaruga, 132 huevos y carne para muchos. Desayunamos, comemos y cenamos tartaruga, arroz y chivé.

Jueves 13 de septiembre. Día 22

– Desayunamos en familia y bajamos con Chiqui y Jade en la canoa a raveta hasta un lugar donde pasamos la mañana cosechando coca silvestre, en el lado brasileño.

-Sobre las 11:30 empezamos a subir de nuevo. De camino Jade atrapa dos petas y una tartaruga pequeña, saltando sobre ellas desde la canoa.

Domingo 16 de septiembre. Día 25

-Viene a recogernos desde Mateguá Florencio para llevarnos al veinte cumpleaños de Roberto. Son colonos del occidente que pertenecen a una congregación religiosa llamada Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal. Cubren las mujeres sus cabezas con un velo largo, ellos se dejan crecer bigotes y barba larga. Hablan de la llegada del anticristo, chips dentro de la piel en europa con fines satánicos y de que el fin de la pobreza y el socialismo de Evo Morales son la señal de su presencia. Agradecemos la comida y entregamos nuestro regalo a Roberto, una bolsa de coca silvestre, con lo que se pone muy contento.

Publicado en Bolivia, Comunidades, Cuaderno de a bordo, Río Guaporé, Río Iténez | Etiquetado , , , , , , | 5 comentarios

(Con)viviendo en la ribera del Iténez


Después de cuatro días de navegación llegamos a San Andrés, donde vive Chato. Chato ha supuesto nuestro primer padrino en este río. El que nos ha enseñado a pescar, a componer liñadas, a remar mejor… a entender el río y ver que una de sus mayores amenazas está en la gestión de su propia riqueza: el pescado, las petas y las tatarugas.

El Predio de San Andrés aparece como un oasis de vida en medio de la selva en la orilla Boliviana. Una casita en alto, con el siempre sorprendente techo de hojas de palma entretejidas, es lo primero que se ve cuando entras en el estirón. Chato está cerca de los 50 años, aquí ha nacido y aquí quiere seguir viviendo muchos años. Hace tiempo se dedicó al transporte de mercadería entre Guayaramerín y Vila Bela, en Mato Grosso donde nace el Guaporé/Iténez, y desde hace unos años se dedica a la pesca de subsistencia. Parte de sus capturas las cocina Susana, la mujer que comparte el predio con él, para  algunos turistas brasileños que sobre todo los fines de semana vienen desde Porto Rolim, a unas dos horas río abajo a toda velocidad en deslizadora de 40 cc, a comer productos frescos del río.

Cuando navegas en una canoa de itaúba de 5 metros que apenas levanta un palmo por fuera del agua, el sentir una deslizadora metálica romper el espejo que forma el río, te pone alerta ante las olas que levanta y las que, si no estamos rápidos, pueden arruinar la sequedad de nuestro equipaje. La mayoría son turistas, en busca de grandes peces (que también son los grandes reproductores del río) para hacerse una foto con su trofeo y disfrutar de la sabrosa carne de los preciadísimos pescados del Guaporé/Iténez. Todo el mundo coincide en que están aportando algo de plata en la zona, pero al mismo tiempo miran con recelo algunas de las embarcaciones que según cuentan, parecen más pescadores profesionales enmascarados de turistas que otra cosa debido a la cantidad de capturas que realizan.

Recientemente se está regulando la ley pesquera deportiva en el río y repartiendo algunos folletos en puntos turísticos río abajo por parte de Brasil, que es quien aporta los núcleos de salida de turistas y los barcos que surcan los ríos cargados de gente. Las autoridades brasileñas ejercen una gran presión entre los pobladores de ambas orillas del río, que pescan con sus artes tradicionales prohibidas en la orilla brasileña (como el trinche), pero lo hacen para su subsistencia o como medio de vida sostenible en los casos de venta de pescado a escala local.

Mientras, la gallina de los huevos de oro -para algunos- del turismo, no se puede tocar. Se le permite la captura de 5 kilos de pescado a cada uno de los turistas por día, y entre los ribereños hay quejas de que están en desventaja, ya que no siempre se dispone de gasolina para la raveta, que es mucho más lenta que los potentes motores de los turistas que les permiten llegar de un punto a otro de pesca en poco tiempo. Se quejan de que son investigados por las autoridades brasileñas con mucha más asiduidad que los turistas, de los que se presupone un cumplimiento de una norma que perjudica a los pescadores locales, ya que muchas de las capturas aunque sean devueltas al río lo hacen con lesiones que acabarán con el animal o siendo presa fácil de caimanes y bufeos.

El turismo de pesca está siendo explotado de manera intensa desde hace unos pocos años a esta parte y se ve por las autoridades como el futuro de la economía ribereña. Aquí los mercados no existen y es el río el gran abastecedor -especialmente en época seca-, sumado al monte y los pequeños chacos de subsistencia. Chato desde el primer día nos agasaja con suculentos platos ribereños que serán la tónica habitual en nuestra alimentación. Petas y tartarugas, mullangués, pintados, pirararas, pirañas, tucunarés… se autoerige en vigilante de la playa que nace frente a San Andrés, donde vive y donde desovan cada año los quelonios que significará la continuación del recurso alimenticio.

Han sido 7 días en los que compartimos esfuerzos mezclados con muchas risas, gastronomía y naturaleza, horas de pesca nocturna y preocupaciones sobre el río. Salimos de San Andrés después del amanecer y tras una ollada de café para espabilar ante los días de remo que nos llevarán hasta Porto Rolim. Antes, como siempre haremos en la navegación, vamos descubriendo pequeños brazos del río que nos meten en un mundo de orillas cerradas y pegadas a nosotros, con una fauna que nos hace olvidar los turistas que en el cauce principal aparecen cada día o cada dos días dependiendo del tramo. Las pascanas que armamos en pequeños claros de las orillas nos ayudan a sentir que se puede ser autosuficiente, con un fuego, pescado, un buen tempero y algo de arroz, poco hace falta más para unos viajeros como nosotros. Solamente perder el miedo al tigre y el caimán… pero eso se va ganando con los días y con la conciencia de que ellos tienen tanto o más miedo aún.

Cuaderno de a bordo

Viernes 31 de agosto. Día 9

-Construimos unas escaleras de acceso en el puertito.

-Limpiamos la zona de la cocina, quemamos el rastrojo y esparcimos las cenizas.

-Seguimos cavando el pozo. Profundidad 2,80 mts.

-Pesca nocturna: 0 capturas. Luna llena.

Sábado 1 de septiembre. Día 10

-Desayunamos con Doña Luisa en La Cruz. Vamos a despiezar un novillo con Joselino para venderlo en Remanso.

-Despiece y acarreo del novillo muerto.

-Después de comer continuamos con el pozo. A 2,90 mts encontramos agua. Hay que encontrar la manera de que sea agua limpia.

-Limpiamos el puertito de vegetación.

-Cena: Tartaruga.

-Pesca nocturna: 2 pirararas. Chato intenta atraer al tigre imitando su reclamo con una tutuma para que podamos verlo. Resultado negativo.

Lunes 3 de septiembre. Día 12

Inicio- 4:30

-Recogemos todo y lo llevamos a la canoa. Hacemos un café de litro y medio y partimos al amanecer.

-Nos acompañan los bufeos todo el camino. A las 11 vemos un lugar donde parar a comer junto a una playa protegida. Comemos una buena pirarara con arroz.

-Bajamos a bubuia todo el tramo de la playa donde vemos cientos de tartarugas, chajás, gaviotines, rayadores, caimanes de 4 metros, suchas y más aves. Un espectáculo impresionante.

-El calor es demasiado y en un bracito montamos campamento.

-Iguanas, lagartos, caimanes enormes, aves… dos nutrias gigantes se acercan a nosotros profiriendo bufidos y enseñándonos los dientes. Parece que acampamos cerca de su lugar habitual. Los suchas, mientras, apuran los huevos de un nido de tortuga en la orilla de en frente.

-De noche vamos a pescar frente a la pascana. En la playa lanzando hacia la pandura. En poco tiempo sacamos un surubí y dos pirararas. Nos quedamos con una y el resto las soltamos por ser demasiado grandes para nosotros. A lo lejos relampaguea una gran tormenta, hay que apresurarse pero un caimán de unos 4 metros está junto a nuestra canoa. Con miedo entramos, se marcha, vuelve a acercarse con nosotros dentro mientras remamos y definitivamente se aleja con alivio por nuestra parte.

-Cenamos, avivamos el fuego y a caer rendidos.

Martes 4 de septiembre. Día 13

-Recorremos temprano el brazo en el que estamos, observando aves y dejándonos llevar a bubuia.

-Pescamos por el día. Resultado: dos pirararasque nos comemos con arroz, ciruelas, castaña de pará y chivé.

-Los suchas desentierran un nuevo nido de peta y se van comiendo los huevos frente a nosotros.

Publicado en Bolivia, Cuaderno de a bordo, Río Guaporé, Río Iténez, Turismo de pesca | Etiquetado , , , , , , , , , | 2 comentarios

Río de vida, tierra de muerte


El río comienza a dibujarse desde dentro. Las sensaciones son de libertad y naturaleza salvaje, pero no ignoramos los problemas de una naturaleza que cada vez es menos salvaje y cada vez es menos naturaleza. Rondonia ostenta uno de los títulos de mayor conflictividad en la Amazonia sur. Mientras navegamos los primeros meandros del Guaporé/Iténez y disfrutamos de sus habitantes, demos un repaso a la «cara B» del río.

Lo primero que llama la atención al entrar en un río este es la cantidad de vida silvestre que posee y de la que disfrutaremos en todo el viaje. Los primeros días son especiales mientras comenzamos a familiarizarnos con la aparición de ciertos animales únicos de estos ríos, como los bufeos o botos que desde el primer momento del viaje se unen a nuestro ritmo, navegando lentamente, y que se volverán inseparables en los días de navegación, llegándonos a esperar como mansos perros junto a la canoa en nuestras paradas para estirar las piernas.

En ambas orillas una cortina verde de innumerables clases vegetales tapizan nuestra vista, y a sus pies crecen playas donde descansan miles de aves que están en plena reproducción. De todo este barullo vegetal y arenoso salen volando hasta cinco especies de martines pescadores, cormoranes, mbiguas, espátulas rosadas, rayadores, atís, etc… En nuestro descender nunca dejamos de tener esta estampa natural, que de vez en cuando se ve innterrumpida en la orilla brasileña por unos carteles del Parque Estadual Corumbiara. Nosotros, que venimos de donde venimos en cuanto a conservación de espacios naturales, sabemos que la necesidad de crearlos viene dada por varios motivos, y se nos ocurren algunos: una amenaza de destrucción y desaparición de ecosistemas antes amplísimos; una situación crítica de conservación de especies animales o vegetales; un sentimiento de culpa y de pérdida, que conlleva la migaja de la conservación de espacios muy reducidos en comparación con la superficie total del estado; una excusa para dar vía libre a la destrucción de otros espacios cercanos; convertirlo en un recurso turístico explotable…

Siempre nos preguntamos mientras disfrutamos de nuestra franja de conservación en el lado brasileño, qué será subir en un avión y mirar para abajo, si estaremos en una linda estampa que del lado brasileño hacia adentro es una aberración o no será para tanto. Pues tristemente parece que si. No lo hemos visto porque el río ha sido respetado en este tramo que estamos haciendo, pero Rondonia tiene una de las historias más cruentas y devastadoras de los estados amazónicos brasileños y un presente algo más que preocupante. No solo a nivel de conservación del medio natural sino en cuanto a voilación de los derechos humanos en conflictos agrarios con comunidades originaras, quilombolas y pequeños productores. Leyendo Caminos de Agua, de actualidad en lo que cuenta, y observando el documento acerca de los Conflictos Agrarios en Rondonia en 2011 -de la Comissão Pastoral da Terra de Rondônia- podemos destacar algunos de los grandes problemas, que vistas las alturas del milenio en el que estamos, podemos llamarlos endémicos en la zona desde que Brasil tiene este nombre (véanse los casos de esclavitud en el Siglo XXI) :

Comunidades indígenas y tradicionales siguen sin tener territorios reconocidos.

El trabajo degradante y análogo a la esclavitud continúa en Rondônia – 13 quejas en 2011, con 80 empleados liberados-.

Los conflictos por la tierra ha pasado de 27 (2010) a 55 en 2011.

Hay 30 pequeños agricultores amenazados, 4 intentos de asesinato y 4 asesinados en 2011.

La violencia y la deforestación van de la mano: 28 homicídios por conflictos agrarios-forestales en Rondônia en 12 años.

Multitud de enfrentamientos de matones armados que visitan, amenazan y matan pequenos agricultores.

Y se podría seguir enumerando los problemas de una Rondonia de la que podemos escapar e ignorar viajando por el río, en el que la naturaleza hace que te olvides ni tan siquiera de la posibilidad de que algunas cuantas decenas de kilómetros adentro no sea así, pero de la que no queremos dejar de hablar por amistad con las gentes que en él viven. Muchos viven con preocupación por las amenazas que suponen nuevos asentamientos ganaderos cercanos a comunidades, la construcción de carreteras que llegan hasta ellas, el turismo de pesca depredador que poco a poco se instala en algunos lugares del río, la contaminación de sus aguas por el aumento de la circulación de lanchas motorizadas y el descontrol minero en algún punto aguas arriba… Y Para hacernos una idea de cómo se reparte la tierra en Rondonia aquí va un gráfico aclarartorio:

1 – Área de bosque.
2 – Pasto de grandes fazendas: 46.750 km2
3 – Pasto de pequenos agricultores: 8.250 km2
4 – Otras áreas deforestadas: 30.000 km2

(fuente: cptrondonia.blogspot.com.br)

Cuaderno de a bordo

No queremos perder la perspectiva del viaje en canoa. Así que iremos extrayendo algunas partes del cuaderno de a bordo que escribimos cada día del viaje en el río, para hacernos una idea de algunas de las sensaciones de viaje más significativas.

Viernes 24 de agosto. Día 2

-Primeros monos en la orilla y primer grupo de bufeos con crías.

-Navegación al atardecer y durante la noche, dejándonos llevar a bubuia por la corriente hasta que amanece de nuevo y montamos pascana en la orilla brasileña.

Domingo 26 de agosto. Día 4

-Escuchamos lo que parece ser el tigre en una bahía del lado boliviano al amanecer. Resulta ser un grupo de monos aulladores según nos dicen en la Ilha das Flores.

-Llegamos antes del atardecer a La Cruz (donde vierte sus aguas el río Corumbiará), donde vive Rosa, una anciana chiquita y vital.

-Dormimos acampados en la playa frente a su casa.

Lunes 27 de agosto. Día 5

-A las 9 llegamos a San Andrés. Chato, el yerno de Rosa, nos recibe y pasamos la noche con él pescando. Rubén saca un surubí para comer mañana.

Martes 28 de agosto. Día 6

-Acordamos con Chato pasar unos días aprendiendo a pescar  a movernos en el río y a cambio le ayudamos con su puesto para recibir a turistas despitados que vienen con ganas de probar comida del río.

-Sacamos madera para los próximos días de cocina y limpiamos la trasera de la cocina.

Miércoles 29 de agosto. Día 7

-Visita a Pacusal a conocer a Pascual, el padre de Chato.

-Visita a La Cruz, Rosa resulta ser Luisa Rivero (nos engañó con su nombre por miedo), que aparece en Caminos de Agua. Leemos el libro y desayunamos juntos.

-De vuelta en San Andrés, desbrozamos los alrededores, limpiamos el embarcadero de hierba y pescamos carnada para la noche.

Jueves 30 de agosto. Día 8

-Vamos al monte a sacar unas tablas de itaúba con Joselino, cuñado de Chato.

-Por la tarde comenzamos a cavar un pozo. Parece que necesitaremos unos 5 metros.

-Limpiamos la ropa y vamos a pescar.

Publicado en Agricultura, Bolivia, Brasil, Cuaderno de a bordo, Explotación laboral, Ganadería, Río Guaporé, Río Iténez | Etiquetado , | 2 comentarios

Y decidimos agarrar el remo


Después de la experiencia a lo largo del río Paraguay, llegamos a orillas del Guaporé/Iténez con la intención de realizar una navegación autónoma, para poder decidir nuestro ritmo de viaje y conocer mejor las comunidades y quilombos que hay en él. Para esto nos hicimos en Remanso con una canoa de madera y nos dejamos llevar por el río abajo.

Llegamos a Remanso tras 46 horas de viaje en el único medio de transporte que se atreve a llegar hasta este rincón de Boliva de forma semanal. A Cubilla –el pionero jefe de la flota Trans Bolivia- le quieren hacer un monumento en este pueblo de menos de 1.000 habitantes, pues es él quien ha permitido que su gente salga fácilmente por Bolivia y no dependa solamente de la orilla Brasileña para temas de salud, educación o comercio, como hasta hace unos años venía ocurriendo como mandan los lógicos cánones de buena vecindad.

Remanso es un pueblo hermoso, donde aún se conserva la arquitectura tradicional de la zona y muchas de las casas de cuando era un centro explotador de la siringa o árbol de caucho en su segunda época dorada (que en esta zona llegó hasta los años 60 del siglo pasado). El caucho se extrajo con ansia de nuevo durante este periodo a base de mano de obra semiesclava, que la conformaban los propios originarios de estas tierras y los traídos bajo engaño de diferentes puntos de la Chiquitania boliviana. Es esta gente y los hijos de ellos, quienes conviven hoy en día con los nuevos vecinos venidos del occidente del pais. Un crisol de gentes con una identidad relativamente nueva que mira al Iténez y al Cerro San Simón –el centro minero de oro cercano- como fuentes de ingresos y de sustento, mientras sueñan por conseguir la ansiada emancipación municipal de Baures a donde pertenecen y de quién dependen, estando a cientos de quilómetros de distancia y con una selva de por medio. Soñando con llegar a poder abrir una nueva fuente de ingresos y trabajo: el turismo, algo que mal gestionado en el río puede ser un arma de doble filo social y ambiental.

Nos recibe con una calurosa bienvenida Doña Evi, una maestra jubilada del pueblo que ejerce de madre improvisada de todo peregrino que se presente por allí, con su cocina siempre dispuesta a quemar leña, memoria viva del pueblo y de la vida en el río. Los días aquí girarán en torno a ella y su adoptada familia que la conforman dos chiquillos, una joven madre de ellos y Don Charro, vecino que viene a comer cada día y a conversar con nosotros -lo que nos sirve para contextualizar la orilla boliviana antes de partir-. También se convierte en centro de nuestros días el descenso a remo y la búsqueda de una embarcación para llegar al menos hasta Costa Márques, en la orilla Brasileña, a unos 500 km de distancia y principal ciudad de todo el río con 10.000 habitantes.

Tras unos días de intensa búsqueda, de ver varias canoas en múltiples estados de conservación, de intentos de venta a precios desorbitados por nuestro aspecto de extranjeros; conseguimos que Don Perro (así es conocido Walter en todo el río) se ablande y nos venda a un precio razonable su canoa de cinco metros de itaúba –la madera local más preciada para la construcción de canoas-. La tiene fuera de uso y dada la vuelta desde hace un año bajo la sombra de un árbol por fuera de su casa. En tiempo récord la estopamos y calafateamos con brea, le hicimos las indispensables parrillas para colocar en el fondo y evitar que se nos mojasen nuestros equipajes, compramos los víveres y lo que creíamos necesario para el viaje, y practicamos dos días durante unos minutos de remo, de la orilla a la playa de enfrente. Playa que desde que llegamos hasta que marchamos ha surgido de la nada y que sirve de lugar de recreo vespertino para la muchachada del pueblo.

En estos días buscamos a las personas que aparecen nuestra lectura de viaje, Caminos de Agua de Román Morales, para mostrarles la belleza en la que se convirtió el paso de un canoero por aquellos ríos y que hoy también inspira nuestra pequeña expedición. Todos quedan agradecidos a lo largo del río, será el libro y su lectura en voz alta siempre un talismán a la hora de desembarcar en cualquier lugar. Nos informamos un poco más acerca de la idoneidad de nuestra empresa, y tras adevrtir que nadie nos toma por locos si no por corajudos, tras saber que río abajo no hay pérdida ya que las bahías están todas de subida, que es la época en la que las playas emegen como anti-oasis en medio del desierto verde y azul donde petas y tartarugas se solean y desovan, que hay cientos de veces más ataques de personas al caimán y al tigre –como se conoce al jaguar, Panthera onca– que lo contario, y cuando nos aseguramos de que nuestra canoa no hace tanta agua como al principio tras una nueva calafateada; decidimos que es el momento de empezar un nuevo tramo ribereño de nuestra ruta.

Guaporé/Iténez

Dos nombres para un mismo río. Dos orillas. Dos países. Múltiples culturas. Vestigios -tristemente vestigios- de culturas originarias. Un estado, Rondonia, con una historia cruenta y devastadora, y un presente en lucha in extremis por salvar algo de lo que queda virgen. Una banda boliviana conservada en un estado envidiable por muchos países amazónicos. Una población afroamericana pionera en su huída de la esclavitud, en el corazón de Sudamérica y que iremos  conociendo a través de los quilombos.

No cesan las ganas de seguir conociendo la vida de los ríos, su historia, su presente, su mirada al futuro, su naturaleza… al amanecer vamos haciendo recuento de lo que necesitamos mientras escuchamos el rítmico golpeteo del tacú. Un chico de unos 11 años se afana en pelar el arroz  que hoy se cocinará en casa, probablemente acompañado de uno de los muchos pescados que tiene este río y que a nosotros nos servirán también de base alimenticia. Comienza esta nueva etapa ribereña de la ruta que tiene pinta de ser bien especial.

Publicado en Afroamericanos, Bolivia, Comunidades, Río Guaporé, Río Iténez | Etiquetado , , , , , , , | 4 comentarios

La carretera que parte Bolivia en dos pasa por el TIPNIS


En los próximos días empezamos el contacto con la Amazonia. Las expectativas son dejarse llevar por la velocidad del río e intentar entrar en contacto con su naturaleza y sus habitantes. La cabecera amazónica nos espera, comenzando en uno de los afluentes del Mamore, que a su vez lo es del afluente principal del Amazonas: el río Madeira.

Hemos pasado tres semanas alejados de los ríos. El motivo ha sido nutrirse de bibliografía, preparar la nueva incursión a un río bastante desconocido como es el Guaporé o Iténez (como se conoce en su tramo boliviano), conocer la belleza y la cultura de lugares del oriente boliviano como Tucavaca, Santiago de Chiquitos o Aguas Calientes; y compartir un tiempo con amigos en la siempre controvertida Santa Cruz de la Sierra.

En la capital ganadera y gasífera del país, son los grandes  empresarios y terratenientes los que lideran la oposición al gobierno, que ha sido y es, muy polémica en sus formas desde la ascensión del MAS al poder en 2005, ahora con el intento de apoderarse de un discurso indigenista (oriental y autonómico) y ambientalista del que el presidente Evo Morales ha sido desposeído. Dersposeído por su terca posición ante el conflicto del TIPNIS, el principal escollo que está minando su popularidad y que está poniendo en cuestión de la validez de su figura para seguir liderando el proceso de cambio en el que lleva inmerso el país en estos años.

Resulta que en el TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure), supuestamente protegido según la Contitución del Estado Plurinacional de Bolivia, hay proyectada una carretera que pretende atravesar este lugar de la alta amazonia, donde a pesar de los destrozos hechos por madereros y cocaleros ilegales, aún se conservan formas de vida en las cuales el ser humano lleva confiando siglos, y que han hecho que esta porción amazónica sea considerada como una de las mejores conservadas de toda la región.

No pasaremos por el TIPNIS en nuestra ruta, pero estamos seguros de que el caso resonará en sus profundidades, igual que muchos otros proyectos del IIRSA que ya se han realizado o que están en fase de implementación o planificación. La Amazonia está en peligro, su biodiversidad, su cultura y su gente están de hecho desapareciendo. El TIPNIS está en lucha rebelde contra el gobierno impulsor de la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia. Hay muchos intereses de uno y de otro lado (gobierno y oposición), con mucho dinero de por medio en forma de contratas, madera, cultivos y ganadería. Es un asunto de respeto a dicha constitución y de control y fin de las actuales explotaciones ilegales.

Nos viene a la mente la canción de Calle 13 que refleja el sentir de mucha gente que quiere vivir de otra manera, porque QUIERE Y PUEDE:

SALIR DE LA CIUDAD

Viviendo en el Barrio San Isidro estos días hemos vuelto a ver la cara de Santa Cruz que se esconde detrás de una ciudad de dos millones de habitantes y de caótico desarrollo, con una carencia de servicios básicos en la mayoría de su superficie como el alcantarillado, la gestión de basuras, etc… decenas de iniciativas se asoman, consolidadas o de reciente surgimiento, que pertenecen a barrios y movimientos ciudadanos. Como el Espacio Kempff y el Centro Cultural San Isidro en la Villa Primero de Mayo y el Plan 3.000 respectivamente. Que trabajan en la toma de conciencia y la prevención del riesgo de la juventud e infancia en estos barrios de la periferia.

Salimos de la ciudad, volvemos al río. La ganas son muchas de volver a tener las sensaciones que nos han ido surgiendo hasta ahora, compartimos una orilla: la del omipresente Brasil -en la devastada Rondonia-; e iniciamos una nueva: Bolivia. Esperamos conocer su naturaleza, a sus habitantes, sus alegrías y preocupaciones, sus medios de vida, para seguir alimentando el blog y así compartirlo. Hasta entonces.

Publicado en Bolivia, Expropiación de tierras, Infraestructuras | Etiquetado , , , , , | 2 comentarios

Bahía Negra. La cultura Yshir y las Kuña Guapa


Última oportunidad de compartir un tiempo con Paraguay. En el extremo norte del río homónimo está Bahía Negra, la última ciudad fluvial en territorio paraguayo, que como las otras, se extiende a lo largo de las orillas del río expuesta al capricho de las crecidas. Además con las connotaciones sociales que implica ser triple frontera entre Paraguay, Brasil y Bolivia (contrabando, desposesión de tierras y control militar), y estar asentada en territorio ancestral Yshir.

Pasamos aquí tres semanas buscando la mejor manera para cruzar el Pantanal, lo cual termina siendo una árdua y lenta tarea. Mientras tanto, compartimos comidas, cenas y buenas conversaciones con la comunidad Yshir de Puerto Diana. Y conocemos y disfrutamos, a través de la limpieza de dos hectáreas de terreno colindante al pueblo, que la Asociación Kuña Guapa -Mujer Trabajadora-, compuesta por doce familias, se está preparando para ocupar estas tierras, titularlas y cultivar para poner a la venta productos de primera necesidad, que hoy en día llegan en barco una vez por semana, en un lugar donde el litro de gasolina cuesta US$ 2,2.

NACIÓN YSHIR

Puerto Diana es la comunidad Yshir a través de la cual entramos en contacto con este grupo originario del Chaco y de las riberas del río Paraguay. Los Yshir tradicionalmente ejercían un nomadismo ribereño que les hacía ocupar desde lo que es hoy Puerto Guaraní, hasta el destacamento militar de Cerrito Jara, y unos 150 Km hacia interior del Chaco. Nos encontramos con Estanislao Báez, el actual dirigente de la comunidad, y nos cuenta que hacían uso de los recursos hasta que se alcanzaba el límite sostenible, momento en el que se mudaban a un nuevo emplazamiento. Hoy en día cazan, pescan y cultivan pequeñas chakras para consumo comunitario y autoconsumo. Son 2.345 hectáreas de terreno lo que posee Puerto Diana en la actualidad, y entre todas las comunidades Yshir son 25.828 Has tituladas. Lo grave no es sólo la poca cantidad de territorio para vivir de modo tradicional, sino que estos están fraccionados entre sí, y no se puede caminar por los terrenos privados que los separan. El caso Yshir es un claro ejemplo de alto riesgo de pérdida cultural, muy afectada por su larga historia de contacto con las empresas tanineras, donde se les  retribuía el trabajo con escasas provistas y abundante alcohol. Paralelamente, han sido evangelizados por diversas comunidades religiosas (Salesiana y Misión A las Nuevas Tribus, principalmente). Es así que, en varias misiones y en distintas etapas y momentos se ha prohibido el uso del idioma, los bailes, el shamanismo, las pautas sexuales y otros aspectos íntimamente relacionados a la cultura y estilo de vida propios (IDEA, 2004) llevando a cabo un proceso de desculturalización galopante. Durante este tiempo pudimos tener el honor de observar la visita de un pastor evangélico, con toda su parafernalia de fieles y autos último modelo, que hizo entrega de bienes a cambio de fe a aquellos que aguantaron su chaparrón oratorio durante varios días.

Hoy en día las cosas en Diana han cambiado, pero parcialmente. Dorma y Leutimio nos abren las puertas de su casa desde el primer momento. Casa, como no, de Karanda’y (Copernicia alba) la palmera omnipresente y de la que están hechas todas las construcciones de la zona, de la que además se obtiene el palmito y que se utiliza para hacer utensilios de uso diario con sus hojas. Compartimos dos días de intercambio de cocina y curiosidades, sentándonos a una mesa servida con algunos productos recién sacados de la pequeña chakrita adosada a la casa, que los abastece de verdura fresca.

Leutimio nos cuenta cómo se gana la vida pescando en el Onota (Río en Yshir, algo casi con personalidad propia en la tradición Yshir según Estanislao) que es la base de la vida en la zona. Pesca principalmente surubí y morenita, que venderá para el mercado de Concepción y Asunción, y como carnada para los turistas brasileños que vienen desde Porto Murtinho pescando río arriba. Leutimio sale con un compañero de noche, cuando el tiempo es favorable y la necesidad aprieta. Llevan una barca de remos y descienden varias decenas de kilómetros de río para volver a subirlo horas o días después. Pescan con redes y con anzuelo, una árdua tarea este frío invierno que los mantiene paralizados muchos días. La competencia es dura, otros en la comarca tienen deslizadoras a motor y pescan lo mismo en pocas horas, pero en Puerto Diana se pesca así desde hace mucho y nunca faltó. Aún así Leutimio y Dorma no pierden la sonrisa, la curiosidad y la amabilidad. Haciéndonos compartir con su familia y algunos vecinos que siempre merodean la casa, ratos de buenas conversaciones. Es un placer acostumbrar el oído al nuevo ritmo que supone la lengua Yshir emparentada con el Ayoreo, y un gusto volver a cocinar con leña.

Cuando alguna mañana, en nuestro trabajo en la chacra, veíamos peligrar nuestro tereré por el vertido de miles de litros de gasolina en el río, nos acordábamos de aquellos para los que, unos kilómetros más abajo, dejan de llamarlo río para llamarlo Onota. Los vertidos provienen del lucrativo negocio del contrabando de combustible. Son los empujes de la famosa hidrovía que, cuando antes de salir de territorio paraguayo no encuentran comprador del previamente exagerado excedente -en total confabulación con la armada paragauaya destacada en Bahía Negra e inmersa en múltiples negocios ilegales-, se ven «obligados» a verterlo al río, para en su próximo viaje volver a poder declarar una necesidad mayor de gasolina para seguir haciéndose de oro, eso sí, solamente en los límites de Paraguay, que los brasileños son muy estrictos.

La ayuda internacional llega a Puerto Diana según nos cuentan en forma de ganado, promesas de dinero generado por el negocio de los bonos de carbono y herramientas para el trabajo del campo. Existen casos de fraude, existen casos de aprovechamiento de los recursos externos, pero a un pueblo no se le puede hacer creer que su futuro depende de lo que reciben de afuera. Muchos son los que gracias al libre uso de su idioma, la educación dentro de la comunidad y la toma de conciencia de la importancia de conservar los conocimientos que atesora una cultura como la Yshir, han llegado a la conclusión de que no será el tío de la República Checa quien les saque del atolladero mental al que han querido llevarles, y se han puesto a recuperar su tradición y a reclamar un trato justo con su cultura.

KUÑA GUAPA O LA ESPERANZA

Bahía Negra es ahora Kuña Guapa. Una Asociación de Productoras Chacreras que significa Mujer Trabajadora en lengua guaraní. Pero para nosotros esta asociación bahianegrense que conocimos a través de la familia de la Cueva, significa muchas cosas como esperanza, ayuda mútua, ilusión, respeto por el entorno, realidad, amistad, justicia, futuro…

Esperanza porque la gente de Bahía Negra empieza a ver que de ellos depende su futuro. No de multinacionales, ni de ONGs, ni de estancieros, ni de políticos. Sino de las iniciativas que de ellos nacen al calor de sus propias necesidades, como es el alimento.

Ayuda mútua porque las cosas funcionan en base a algo tan olvidado allá donde la cultura del consumo ha llegado. Donde existe un acuerdo en el cual el dinero no juega parte del intercambio, donde no hace falta llegar a contratos y las cosas no solo se dan por hecho, sino que se hacen. Cada cual realiza una y todas las tareas para sí y para los demás, cortar leña, trocear madera, pescar, cocinar, quemar rastrojo, lavar la ropa o cebar un tereré. Todos con una meta común.

Ilusión por no depender del dichoso barco que viene una vez a la semana para comer tomate, zanahoria, papa o mandioca a precios desorbitados. Por la ilusión de parejas jóvenes enfrascadas en un trabajo con sentido desde lo común.

Respeto por el entorno porque una hectárea de cultivo por familia no solo no hace mella en el territorio, sino que ayuda a no depender de grandes extensiones de cultivo que destrozan ecosistemas enteros, o de importaciones que en su trayecto consumen recursos energéticos valiosos.

Realidad porque está pasando. Porque esta es la base desde que el ser humano se puso a vivir en comunidad. Y porque en lugares donde hace mucho que no pasaba, se recupera.

Amistad porque es lo que sentimos entre aquellas familias, que desde el primer día nos brindaron un espacio donde aprender, compartir,  escuchar, ser tenidos en cuenta, reir y hasta llorar, pero de emoción.

Justicia porque es justo que quien tiene un proyecto como este pueda llevarlo a cabo aunque no tenga tierra. No olvidar que un gobierno con un dirigente en entredicho y ahora destituido con una extraña artimaña legal, fue el que impulsó algunas iniciativas como esta que están llevándose a cabo y que también han sido el eje sobre el que se ha movido su sepultura.

Futuro porque hay un germen que brota en el barrio norte de Bahía Negra y que esperamos se disperse por el resto de las casas…

FINAL DE ETAPA

Han sido dos meses y medio, y mil kilómetros de río Paraguay, con un mosaico de culturas unidas no por el guaraní (que no une a todos los pueblos), sino por el acto de compartir que está presente en todos los lugares que encontramos. Compartir es una palabra escuchada varias veces al día, y el tereré un arma de paz de efecto inmediato, que el simple hecho de ofrecerlo obliga a una mirada, una sonrisa, un saludo o un gracias. Acto ritual de entrada a una casa o una parada en el trabajo donde compartir una charla entre compañeros. Paraguay abre sus puertas, tanto que a ratos le comen el terreno y pierde su tierra. Que no cambie Paraguay en su forma de ser abierta y compartidora, hace que se sienta un lugar mágico y lleno de pequeñas alegrías diarias; y que por ese carácter envidiable no se deje engañar por su clase política, con la falsa democracia importada de occidente donde también hace muchos años que huele muy mal.

Seguimos rumbo a Bolivia a través del Pantanal. Una larga parada en Santa Cruz de la Sierra para hacer acopio de material, visitar gente y programar el intento de descenso del río Iténez o Gauporé hasta Guayaramerín. Mil kilómetros más de tierras bajas que siguen unidas por el agua y por las personas que las habitan.

GRACIAS PARAGUAY

Publicado en Comunidades, Mujeres, Paraguay | Etiquetado , , , , | 6 comentarios